Mala

no creo que sea
pérfida y malvada

solo mira por sí misma,
cree que hace lo correcto,
dice que lo hace

y no le gusta lo que dice que le gusta

lo saborea después,
cuando narra...

del relato extrae
satisfacción(!)
como un mal vicio

le sube por la espalda
y le arranca una sonrisa
de cuajo [como de miedo,
como de mala]

aunque ella dice
que hace todo
lo posible
por ser (resultar, parecer)
triste y aburrida

¿los restos?
palabras huecas
y buenos presagios
c
a
y
e
n
d
o
al/viniendo del
corazón in-far-ta-do

Maléfica(s)

Quiero brujas que me intriguen; que me lleven de paseo al Retiro y me enseñen sus tetas de kriptonita.

Juego de niñas

Tensa, erguida y sin querer
pero queriendo
desobedezco

meto mi lengua en tu boca
el dedo en la llaga
la carta en el buzón

mi mano entre las piernas
hace el resto

y solo cuando gritas
el nombre de la otra
siento ganas
de soplar
dentro de ti

para hacerte
estallar

como un globo

Si me das a elegir

Nunca una canción me hizo llorar tanto, tanto, tanto. No hay grandeza, ni gloria, ni destino. Te quiero es un eufemismo. Te quiero ha perdido el cielo. Te quiero baila drogada porque quiere olvidar: Sus brazos, esa mirada hambrienta, la presión en la boca del estómago. Y las ganas de escupir sobre tu cuerpo tirado en la cuneta. Las metáforas me han dejado de herir. Desde que me las coso a los párpados lo veo todo claro. Cristalino. En tecnicolor.

Duelo

No son mariposas
sino orugas
las que me queman
el estómago
por las mañanas

La chica más guapa del baile


I want to hold you close

Skin pressed against me tight
Lie still, and close your eyes girl
So lovely, it feels so right


La más guapa del baile,
con su jersey rojo
y las piernas sin depilar

- descalza - desierta -

no piensa,
ni sonríe,
ni folla,
como las demás.

Huele a sospecha
y glóbulos rotos.
Desnuda y sedienta.
Se quita el maquillaje
y grita. También llora.
¿Está loca de atar?

La más guapa del baile,
con el ánimo en rojo
y el miedo por las nubes,
traduce con los ojos vendados
e interpreta su papel

le recuerdan
[por detrás]
que debe ser/parecer

dócil, triste, herida
de muerte
por siempre sumisa,
tirante y teatral

como si escondiera
que está a punto
de reventar

Hard hard candy

Caperucita 2.0 se los come de dos en dos. Confunde y engulle. Lleva salsa teriyaki en la mochila. A modo de perfume. Para quererte mejor.

Herencia

Egoista,
distraida,
culpable...

¡Mutante!

En la tienda no tienen del helado que me gusta

Necesito recambios.
No soy lo bastante feliz.
.
.
.
.

¿Sabes qué momento es ese en el que intuyes que la voz está doblada, pero no quieres mirar detrás de la cortina?

Toxic Girl

A través de la ventana: La luz de neón verde. Las farolas de la calle. Los faros de la ambulancia. Interior. Noche. Con mi lámpara de Ikea mirando hacia el rincón. Haciendo que estudio y leo, pero solo deletreo: t-ó-x-i-c-a. Me gusta ser una zorra, con la tónica tildada. Con la tilde atravesada. Ya no permanezco. Se acaba el estado de latencia. Triste, sí, pero abierta. Derramada. Esperando a que me zurzan. Reventadas las costuras. Aguja e hilo es suficiente. Y un flexo (de los de antes). Con bombilla de tungsteno. Mandando la templanza a tomar por culo. Dejando toda la carne tan expuesta que desde mi ventana te veo las grietas, perra.

Inevitabilidades

Me enamoro de las chicas que te miran por encima del hombro en el metro y se sacan las bragas del culo con disimulo. Suelen llevar el pelo suelto, largo, limpio. Huelen a Coco Mademoiselle. Saben a fresas con nata y jarro de agua fría. Las chicas que combinan legins y camisa de hombre no se pintan la raya de negro. Tampoco caminan; desfilan. Una detrás de otra. Comen, critican, besan con la boca pequeña. Y se quejan de que sus novios no las atraviesan. Son sensibles al cambio y adictas a la testosterona. Creo que me gustan porque, en el fondo, son unas ninfómanas. Hembras alfa remilgadas. Esperando a que las abran en canal y les lleguen dentro, muy dentro ¿Como a todos? Como al resto.

Temo según qué letras...

... porque subrayan la estúpida y tirante necesidad de sentido. Y yo no quiero sentido. Ni dirección. Solo ansío presente. Y un tipex de dos litros.

No existo

Con solo dos dedos
estrangulo
un pedacito de carne
húmeda

mientras escondo
mis gemidos
bajo la almohada

y te observo
amanecer

Triste

No tengo fuerzas,
ganas,
rabia,

SUFICIENTES

para odiar a todas aquellas
que hablan de su coño
como si fuera el centro
del uni-verso

Smile!

Desconfío de las mujeres
que sonríen
solo cuando les ofrecen
joyas, halagos, espejos

Memorizan
tus errores
mientras hablan
bajito

Conspiran,
levantan la ceja
y desaprueban tu escote

Programadoras de género con matrícula de honor

Les rompería el himen
intelectual
con un hermoso rosario
de mentiras a medias

Arrojarles a:
+ Foucault
+ Butler
+ Despentes
[entre las piernas]
como última y desesperada medida
de emerge(r) -ncia

Puto arte de la contención

La virgen loca

Ella era bella
y pública.

Él le propuso
salvamento.

Ella le recordó que
su cuerpo era de todos
los del pueblo.

Él se pegó un tiro
no sin antes cerciorarse
[del ángulo de entrada]
mirando en el espejo.

Hambre

Como una Barbie,
me sonríes,
caminas de puntillas,
te tiñes.

De una bofetada,
maldita frígida,
de dos hostias bien dadas,
te devolvería la dignidad perdida
entre tanto plástico
para darte lo tuyo,
- con ganas -
y dejarte babeando
sobre la almohada.

Sé mi complemento
directo, muñeca
abominable.

Te lo suplico.

Permíteme
acabar con
todos
tus frenos.

Cortar.
Pegar.
Echarte de menos.

Y dejarle las sobras a los perros.

La chica del bikini de leopardo...

... tiene aires de mujer fatal.

Asonancia

Es caer en mi lengua
y querer(te)
sin tilde
paladeando tu tónica
con ganas
para sacar mi varita
mágica
y hacer(te)
suspirar

Ca(n)sada

No consuela
que una puta
consonante
se meta
donde no debe
para
convertir
el carnaval
en corriente
hastío.

Dirty pretty things

Me he dejado
c
a
e
r
- por
--- las
---- escaleras

para recoger mis pedacitos,
metértelos en la boca
y dejarte las llaves
[en el buzón]

Periodo estival

En estos días
de sopor y limonada
con hierbabuena

bebo
degluto
mastico

Vitamina C + trauma(s) + psicología barata

[...]

Cuando mueres solo dejas atrás los recuerdos que creas en los demás. O algunas cosas anotadas en un papel. Me pregunto cómo me recuerdas. Cómo me recordarás.

Miss red underwear

Sube los escalones de dos en dos. Las niñas de doce, quince, treinta años lo hacen así, sin complejos, enseñando a los demás a ablandar el asfalto, desde el iris verdeazulado hasta la rozadura de las sandalias. Sus dedos terminando en rojo. Iracunda. Desmedida. Su pelo rizado acariciando el suelo, frío asfalto este en el que nadamos. La lluvia arrastra nuestras pequeñas miserias. Ella es casi transparente. Puedo verle las ideas. Quiere comerse dos corazones crudos para desayunar.

Girls just want to have fun...

No es porque viva
rayada y subrayada,
con el corazón necrosado
entre las piernas
y el rotulador
(gordo y rojo)
anclado en el esófago

No

Mi no sonrisa,
la curva de mi espalda,
las uñas reventadas,
el peso de los días,
el maquillaje nuevo en la repisa,

[se deben a un cambio de sentido]

a querer esnifar la línea discontínua
de nuestra carretera
para diluirte en
SEROTONINA

a manipular los síntomas
de mi dolor de piernas
para darte la bienvenida
sin parecer

trémula, hambrienta, palpitante

como una jodida virgen
en un día de
fiesta

Heart(less)

Estoy descabezada porque no le encuentro sentido al sentido.

Voltereta

Abre y cierra las piernas
mientras miro
[descarada]
sus pupilas
dilatadas

Chica/chico

Vestido/a de negro. Habla de sí misma en masculino. Es más alta que la luna. Duda sobre cómo decir amateur en castellano. Le ponen los fracasos sexuales. Es una pervertida adorable.

En un crazy cabaret

Armada con una cámara de fotos, me acerqué al escenario. Ella posó. Hizo mención a una caperucita letal, a una sombra de hard candy, con capucha y color en las mejillas. Después, sonrió, mucho. También dudó. La muñeca, bella y subversiva, bajó del escenario. Pellizcó mis mejillas con cariño, como lo haría alguien que hace mucho que no te ve. Le prometí las fotos por e-mail. La que nos hicieron juntas ha salido movida.

Aorta

Para que me desangre mejor. He recibido una aorta de la Capitana, mi capitana, por correo. Estos días en los que amanezco reblandecida, grito hacia dentro por sentirme tan frágil, tan débil, tan boba. El "para" se me queda corto. No me llena, no me llega; como un calcetín de niña y una bota de adulta. No me convencen. Será una cuestión de estética. Delirio no es de litio, por eso se siente culpable. La Capitana lo sabe. Tiene el corazón muy rojo, casi negro. Ella es puro Deseo, con su traje de chaqueta y su no sujetador. Sístole y diástole. Tierna y esdrújula. Una nube de algodón con los ojos subrayados, la sonrisa tatuada y los tacones en el bolso. Teñidas las mejillas. Las tildes mal puestas. Abierta en canal.

Lady Vengeance

La señorita Vengeance me la tiene jurada por culpa de un malentendido, pero me sigue saludando y me llama para ver si estoy bien. Y, aunque no lo esté, le diré que sí, que la salud, contra todo pronóstico, resulta ser performativa y que una llamada, aún habiéndose perdido, vale mucho.

Loca de atar

Me voy a volver loca, loca de atar. Esto más que un cuento, un relato, una vomitona es una invocación. Nos cruzamos, pero no nos vemos. Eres lo que quiero. Lo quiero. Te quiero. Leo que estuviste, en el mismo sitio, durante la misma tarde. En la Filmoteca. En el Palacio Real. Pero no nos chocamos, joder. No nos atravesamos con violencia. Cuando ocurra - si ocurre - yo titubearé al creer que hablo contigo, pero solo estarás siendo cordial. Me dirás algo bonito e insustancial y yo pensaré en las fotos. En tu carne. En tus ojos tristes. En tu cuerpo sumergido. En tus palabras. Y en todo eso que dejas desperdigado para que los demás recojan y guarden.

Interzona(s)

Almorzando desnuda,
cenando vestida de verde
- primaVera(l)-
en Entremundos.

La Interzona es
un Reinohueco,
pero masculino.

A Cronenberg
se le ha olvidado
a qué sabe la sangre
en el desayuno.

Conversa(n)ción

La realidad sufre de in-ter-mi-ten-cias,
se suspende,
y precipita,
en la virtualidad,
pero sin pre(o)posiciones,
tirar de la(s) lengua(s)
duele.

Sufro un mal biblioprecario.
Se me pierden las vocales,
no todas,
solo a veces.

Y si me preguntas cuándo y cuál(es),
te diré que por ahora
solo busco consonantes
que me expliquen,
que me envíen
pelirrojas,
que pululen y tiriten,
que cojan los dos
pun-tos
y se los pongan
de sombrero.

Pero me dicen que no pueden,
que no deben.
Que si quiero el complemento
tendré que abrirme entera
y sostenerme,
sostenerte,
sin metáforas,
desnuda,
transparente,
ubicada y anudada,
por los tobillos,
atadita,
vinculada
(sin permiso)
a tu espacio
y a tu tiempo.

Sin cortes publicitarios

No soy imagen, pero sí reflejo.
Verdad.
Carne.

EGOmaníaca.

A través del agujero de gusano.
CienciaFICCI(ÓN)

Apretando con las uñas el botón
[triste,
húmedo,
arrugado]

Confundí la temperatura de los parques con la velocidad de los jardines,
dijo la Voz en off
(enough?)

Virtualidad(es)

Texto y texturas. Relieves y consonantes. Consoladores. Doloridos y sobrealimentados. Te consumo, sin aumentativos. Cruda. O a medio hacer.

Boca(les)

Y (con)sonatas, de verano. Este cielo duele. Me largo. Lelele-jos.

Odio

Si lo lees al revés lo entiendes todo. Darle la vuelta a las niñas que se creen gigantes es un juego tentador. Te puedes topar con una nube de complejos y una vomitona de excusas. Dame un lagrimón por cada año regalado a un soberano gilipollas. Piden a gritos que las estrelles contra el asfalto. A que no hay huevos.

Mujeres que dicen ah, pero sin exclamar; susurrando...

... solo porque les gusta engañar. Va en la programación.

El espíritu de la escalera

... Izquierda: Escalón. Derecha: Dos escalones. Izquierda: Dos Escalones. Derecha: Rellano. Izquierda y derecha. Impulso. Izquierda: Tres escalones. Respiro. Derecha: Escalón...

Cicatrices literarias

La infección de ayer es la cicatriz de mañana. Sólida y tirante. Aislada, como una cita extraída con precisión de cirujano [o de cirujana].

Juegos de niñas

Las niñas de entre treinta e infinito juegan a quemarse las pestañas tecleando delante del ordenador. Antes emulaban a Ángela Channing, a las presentadoras del 1, 2, 3 o cantaban rancheras en la intimidad de sus tiernas cabecitas. Recuerdan como si fuera ayer las notas que sacaron en cuarto de E.G.B. y guardan bajo la cama aquella redacción que hablaba del futuro inminente, ahora presente contínuo.

[Hacer de secretaria de Darth Vader cuando el cuerpo te pide empuñar un sable láser, a lo "yedai", es excusa suficiente para querer que en la ecuación la equis marque el lugar]

Pero yo jugaba a las chapas y a las canicas. Me peleaba con el Tetris y coleccionaba tazos y ponys; cromos de Parque Jurásico; cómics de X-Men. También comía regalices mientras intentaba comprender por qué las botas de Julia Roberts se sostenían con imperdibles. No se lo digáis a nadie, pero creo que maté a Richard Gere en la primera cita. Sin querer, pero queriendo.

Un duende de botas rojas

La casualidad y sus ojos marrones subrayados. Con acento de la Galia. Bebemos té. Le gusta callejear esta ciudad. Me pregunta por el cementerio más cercano. Prometo mostrarle azoteas, portales y máquinas de escribir. Con Depeche Mode de fondo, el duende de botas rojas sorbe de su taza y sonríe. Se corta el flequillo para ser distinta, pero dice que aquí se lo dejará crecer; como sus ilusiones puestas en el paisaje, con un carnet de biblioteca en el bolsillo y una lámpara de diseño de 10 euros iluminando la pared.

Es(cena)

Si pusieras la mesa en frente de la cámara 1. Plano fijo. Dolor en el pecho. Si la cámara 2 se fijara en los restos de comida de la comisura de mis labios. Zoom. Muuuuy leeeeeeeeeento. Si me dieras un guión, escrito en papel pautado y cosido con hilo dental. Interior. Noche. Entonces cogería el plato de espárragos y lo estrellaría contra la puerta. Saldría de mi boca un "Don´t interrupt me, honey!" que me devolvería al mundo real, y te pasaría la sal. Sin rechistar.

Momento que rescato de un rincón oscuro de la memoria

Me gusta cómo anda. Se agacha y enseña esa curva tan bella, tan sexy. No me canso de mirar, de buscar en sus pestañas algún rastro de aquella triste niña que decía "no sé qué clase de chica soy".

Remiendos

Ellos se enfrentan con piedra, papel y tijera; nosotras escogemos dedal, aguja e hilo. Para sostener, para conservar (¿conversar?). Para remendar recuerdos y zurcir huecos inexplicablemente eternos.

Ankh

Supongo que ella no se acuerda, pero yo sí.