Toxic Girl

A través de la ventana: La luz de neón verde. Las farolas de la calle. Los faros de la ambulancia. Interior. Noche. Con mi lámpara de Ikea mirando hacia el rincón. Haciendo que estudio y leo, pero solo deletreo: t-ó-x-i-c-a. Me gusta ser una zorra, con la tónica tildada. Con la tilde atravesada. Ya no permanezco. Se acaba el estado de latencia. Triste, sí, pero abierta. Derramada. Esperando a que me zurzan. Reventadas las costuras. Aguja e hilo es suficiente. Y un flexo (de los de antes). Con bombilla de tungsteno. Mandando la templanza a tomar por culo. Dejando toda la carne tan expuesta que desde mi ventana te veo las grietas, perra.

Inevitabilidades

Me enamoro de las chicas que te miran por encima del hombro en el metro y se sacan las bragas del culo con disimulo. Suelen llevar el pelo suelto, largo, limpio. Huelen a Coco Mademoiselle. Saben a fresas con nata y jarro de agua fría. Las chicas que combinan legins y camisa de hombre no se pintan la raya de negro. Tampoco caminan; desfilan. Una detrás de otra. Comen, critican, besan con la boca pequeña. Y se quejan de que sus novios no las atraviesan. Son sensibles al cambio y adictas a la testosterona. Creo que me gustan porque, en el fondo, son unas ninfómanas. Hembras alfa remilgadas. Esperando a que las abran en canal y les lleguen dentro, muy dentro ¿Como a todos? Como al resto.

Temo según qué letras...

... porque subrayan la estúpida y tirante necesidad de sentido. Y yo no quiero sentido. Ni dirección. Solo ansío presente. Y un tipex de dos litros.

No existo

Con solo dos dedos
estrangulo
un pedacito de carne
húmeda

mientras escondo
mis gemidos
bajo la almohada

y te observo
amanecer

Triste

No tengo fuerzas,
ganas,
rabia,

SUFICIENTES

para odiar a todas aquellas
que hablan de su coño
como si fuera el centro
del uni-verso