Chica/chico

Vestido/a de negro. Habla de sí misma en masculino. Es más alta que la luna. Duda sobre cómo decir amateur en castellano. Le ponen los fracasos sexuales. Es una pervertida adorable.

En un crazy cabaret

Armada con una cámara de fotos, me acerqué al escenario. Ella posó. Hizo mención a una caperucita letal, a una sombra de hard candy, con capucha y color en las mejillas. Después, sonrió, mucho. También dudó. La muñeca, bella y subversiva, bajó del escenario. Pellizcó mis mejillas con cariño, como lo haría alguien que hace mucho que no te ve. Le prometí las fotos por e-mail. La que nos hicieron juntas ha salido movida.

Aorta

Para que me desangre mejor. He recibido una aorta de la Capitana, mi capitana, por correo. Estos días en los que amanezco reblandecida, grito hacia dentro por sentirme tan frágil, tan débil, tan boba. El "para" se me queda corto. No me llena, no me llega; como un calcetín de niña y una bota de adulta. No me convencen. Será una cuestión de estética. Delirio no es de litio, por eso se siente culpable. La Capitana lo sabe. Tiene el corazón muy rojo, casi negro. Ella es puro Deseo, con su traje de chaqueta y su no sujetador. Sístole y diástole. Tierna y esdrújula. Una nube de algodón con los ojos subrayados, la sonrisa tatuada y los tacones en el bolso. Teñidas las mejillas. Las tildes mal puestas. Abierta en canal.

Lady Vengeance

La señorita Vengeance me la tiene jurada por culpa de un malentendido, pero me sigue saludando y me llama para ver si estoy bien. Y, aunque no lo esté, le diré que sí, que la salud, contra todo pronóstico, resulta ser performativa y que una llamada, aún habiéndose perdido, vale mucho.