Antes de que el mundo acabe (orgías apocalípticas II)

Querer follarse a todas y a todos es síntoma de que el mundo no acaba; al menos, no este mundo.

I´m not the killing type

He pensado en matarte para hacerte sentir este insoportable blanco nuclear. Intenso. Radiactivo. Sobre la piel. Rellenarte de brillo penetrante y golpear así en lo más hondo de tus rutinas.
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He pensado en empujarte y dejar que la gravedad haga el resto. Ahogarte en crudo. Dedicarte tiempo: mi puño en tu pecho; tu sangre en mis manos. Y sentirte. Hasta el hueso. Por primera vez.
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No es miedo a que me dejes. No. Es pánico a que esto dure para siempre.

La chica del cogote estrecho

La chica del cogote estrecho es también la chica del metro. Coincidimos en el vagón último. Solo aquellas mañanas en las que llego tarde a trabajar. Desde la vuelta de las vacaciones esas mañanas son todas las mañanas. La chica del cogote estrecho tiene el pelo corto y huele a cielo. A veces tiene el pelo mojado. Hoy no. Hoy huele a jabón cremoso. Sin perfume. Ella no sonríe. No se maquilla. No importa. Camina decidida. Se salta algún escalón al salir. O eso he imaginado. Yo lo hago, saltarme escalones. Quiero seguirla, pero llego tarde. Una estación. Solo compartimos eso, una estación. De Noviciado a San Bernardo. Ella llega de la línea azul marino. Todos los dias. A eso de las nueve menos cinco. Nueve y cinco. Con su chaqueta de chico, su corte de pelo de chico, sus zapatos de "podría caminar vidas". Cómodos. Feos. Prestados. Lee ficción. Nada de ensayo. Ficción. En las manos. Hoy ha llegado al andén tranquila. Yo he llegado tarde. Había excusa (había huelga). Me ha mirado. Ha entrado al vagón último del tren de las nueve y cinco, y ha reparado en mi camisa roja. Ella también llevaba rojo, por primera vez. En los labios. Había quedado. Seguro. Tenía una cita. ¿De las otras? De trabajo. No se ha bajado. Ha seguido. En la línea 2. Leyendo ficción. Con los labios pintados. De rojo. Los cordones bien atados. Doble nudo. Se han cerrado las puertas y no lo ha hecho. No se ha bajado. Pero me ha visto. Os lo juro. Me ha visto. De Noviciado a San Bernardo.

La chica de los jueves

Conjurar
la realidad
para que los siete días
de la semana
siempre sean
jupiterianos.

Mañana

Nosotros y nosotras. Frente al abismo. Sobre el volcán. 

Mi chica

Algo se me rompe, a cachitos, se me rompe. ¿Por qué? No sé, pero se me hace pedazos algo, muy dentro, cuando la miro. Y recuerdo. La miro y me rompo, joder, me rompo; porque, cuando la miro, siento. Frío. Siento. Verdad. Siento que el mundo queda suspendido. Como cuando te pillan copiando en un examen. De matemáticas. Y el resultado se empaña. Se pierde. El resultado no importa. Solo vale lo que se rompe. A cachitos. Lo que se pierde. En mil pedazos. Lo que sabes que no puedes, no lo pidas, no debes. Recuperar. 

Verano en Marte

Perdidos en aquel planeta rojo. Te acuerdas. En la carretera donde nos conocimos confluyeron dos realidades: Antes y ahora. Intento recordar cómo era todo entonces -tú, yo, las novelas de ciencia ficción-, pero solo encuentro nieve en este canal. Sintonizar será mi nuevo pecado favorito. Pegarme un tiro entre las piernas mi plan. Simulacro y bienestar. Real. Intento acabar con esta sensación de que no hay futuro, pero es difícil. Inútil. Sin ti. 

"El último tránsito de Venus de nuestras vidas"


Una polilla eclipsando la pantalla del ordenador. La última ventana del patio interior se apaga. Sola. De madrugada. Sola y triste. Y enfadada. Sin saber de dónde vienen esos graves. Sin saber si el agua es agua o solo lágrimas. Todo es más grande cuando miro por la ventana. Este lunar. Nuestras deudas. La oscuridad de este patio. Todo es más dulce cuando el dolor se marcha. Lo encierro. Se duerme. No recuerdo qué hay mañana, trabajo, qué hay mañana, rutina, qué hay mañana. Silencio. 

Sushi

No sabes lo importante que son algunas mujeres en tu día a día hasta que desaparecen.

Gris

Entiendo a aquellos que buscan frente a un desconocido el porqué del madrugón laboral. Instrucciones de uso: Cómo cambiar la náusea por las mariposas en el estómago. Cómo no caer rendido, en el vagón, antes de la batalla. Cómo esperar. A que las puertas se abran y aparezca una chica de ojos grises. Frente despejada. Pendientes feos. Chaqueta a juego con el iris. A que se sonroje porque sí. A que el libro que tiene entre las manos se caiga, de repente. Así. Sin más.

Perspectiva invertida

Es lunes y me ha levantado de la cama un aroma a jazmín. Tabaco y jazmín. Un jersey que no es el mío por almohada. Unas bragas de repuesto en la mochila. Tijeras para hacer de este día el último. El primero. Tell me why I love this monday!

Abril

Puta niña idiota. Lo nuestro se resume en un megahit cantado por una postadolescente noventera. Y, joder, cómo duele.

Fraude

El Apocalipsis no será como esperamos.