En un crazy cabaret

Armada con una cámara de fotos, me acerqué al escenario. Ella posó. Hizo mención a una caperucita letal, a una sombra de hard candy, con capucha y color en las mejillas. Después, sonrió, mucho. También dudó. La muñeca, bella y subversiva, bajó del escenario. Pellizcó mis mejillas con cariño, como lo haría alguien que hace mucho que no te ve. Le prometí las fotos por e-mail. La que nos hicieron juntas ha salido movida.