Point of No Return

La rubia pendular me contó una vez al oído que me quería, que lo haría si pudiera, que me contaría cuentos mientras nuestras piernas se anudaran; que cuando bebo pierdo la gracia, que cuando bebe pierde los estribos. La rubia epistolar me escribió una vez cinco palabras de amor y dos de desconsuelo, me dibujó sin bragas y me preparó una cena de cuento árabe. La rubia que no es vocal se perdió entre mis ganas y el deseo acumulado, no dejó una dirección a la que enviarle postales de no lugares o ciudades imaginarias, se me extravió junto a un llavero con forma de llave. Y todo por no hacer caso a la retaíla de tópicos citados en una ópera rock.

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