Niña tóxica

Con su café desde por la mañana, inyectándose letras infames, en tirantes. De madrugada, y con razones para querer ser otra, me entero de que ha muerto un escritor sublime. La niña tóxica no entiende mi estupor, mi temblor, mi estúpida ingenuidad al murmurar su nombre y apellidos, como si todavía estuviera vivo. Ella se relame antes de buscar su dosis. Yo respiro.

1 comentario:

Isabel Tejada Balsas dijo...

Sus letras si que me "colocan"

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