Saturno devorando a su hija

Déjame apoyar los dos pies en el suelo para recoger mis juguetes antes de mandarme a la cama. Braceo entre las sábanas y algo interrumpe mi digestión. Es el reloj, me dices, que se para a veces. Tomo aire y me escondo bajo la cama. Nadie me duele estando aquí abajo. Nada puede alcanzarme. Te pido un respiro. Me cuentas un cuento. Me devuelves la pila del gusiluz.

2 comentarios:

Isabel Tejada Balsas dijo...

Nadie me duele estando aquí abajo. Nada puede alcanzarme.

Elisa McCausland dijo...

Nada y nadie... sola ;)