Manzanas verdes fosforescentes

Atropellaba sus palabras con lágrimas tintadas. De sus rojos lacrimales brotaron vocales. Puentes, le pidió puentes y ventanas a una estrella. Se sostuvo sola después de tres días sin dormir. Y caminó. Un paso. Otro paso. Sin sus zapatos de tacón. Desgastando el asfalto de puntillas. Ablandando el ladrillo. Moldeando el hormigón. Una vez dibujado el mapa de destinos opcionales, se cosió las salidas de emergencia. Llenó su maleta de manzanas verdes fosforescentes. Se tragó la llave. Cerró la puerta y cogió una tiza. En el bolsillo encontró un anillo que tiró por el desagüe. Le cortó los hilos. Y la marioneta comenzó a bailar.

No hay comentarios: