Miro por la ventana. Soy la única. La única despierta. A las tres de la mañana. Nuevo y bravo mundo en constante descomposición, qué tienes que ofrecerme. Dime. No te lo imploro, te lo exigo. QUÉ TIENES QUE MEREZCA LA PENA. Conjugar todos los verbos terminados en -IR y conformarse con contarlo. JA. Conjurar el mañana como si esta noche no acabara. Jamás. Las aguas se estancan en este corredor sin puertas ni ventanas. Es la noche, dices, que te atrapa. Pero no entiendes que es ahora, y no luego, que me encuentro en la pantalla. Que puedo enfrentarme a toda esta oscuridad y tragarme mis demonios sin apenas masticar. Que acaricio cada deuda para morir, un poco, solo un poco, apoyada en el borde de esta noche fría del alma, donde todo podría cambiar si tuviera fuerzas; donde todo podría ser diferente si YO fuera ELLA.
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